La corrupción como deshumanización del derecho penal

La corrupción deshumaniza

La corrupción en el sistema penal mexicano no es un concepto abstracto: es una realidad diaria que erosiona la esencia de la justicia. Y lo más grave es que, cuando un proceso se contamina, lo que se pierde no es solo legalidad… se pierde humanidad.

El derecho penal debería ser un instrumento de equilibrio: proteger derechos, garantizar la defensa y acercarnos a la verdad. Pero cuando una resolución se vende, cuando se filtra información o un funcionario actúa con parcialidad, la justicia deja de ser un derecho y se convierte en un privilegio para quien puede pagarlo.

He visto víctimas doblemente lastimadas: primero por el delito, después por un sistema que las ignora porque alguien pagó para que su caso desapareciera. He visto también personas inocentes en prisión, no porque fueran responsables, sino porque resultaba más rentable fabricar un culpable que encontrar la verdad.

La corrupción deshumaniza el proceso penal porque borra lo esencial: que detrás de cada carpeta hay familias, historias y vidas que merecen respeto. Cuando los expedientes se convierten en mercancía, la justicia se vacía de sentido.

Mantenerse firme en este contexto es desgastante y riesgoso. Significa litigar sin atajos, resistir presiones y aceptar que muchos, al inicio, desconfían de un abogado que no promete “soluciones fáciles”. Pero sé que la confianza llega, y se fortalece, cuando los resultados son limpios.

Un abogado que cede a la corrupción deja de ser abogado. Se convierte en cómplice. La verdadera fuerza está en la congruencia, en los valores y en la capacidad de no doblarse aunque todo alrededor invite a ceder.

En Gaytán Legal® tenemos claro que la justicia no se compra. Se defiende con estrategia, con dignidad y con temple. Aunque el camino sea más difícil, es el único que devuelve humanidad al proceso penal.

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