Violencia Estructural en el Proceso Penal: Revictimización Institucional y Sesgos en la Prisión Preventiva
- Francisco Javier Gaytán Cruz
- hace 26 minutos
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En teoría, el sistema penal mexicano está diseñado para proteger los derechos y garantizar la justicia. En la práctica, sin embargo, muchas veces se convierte en un espacio donde la violencia estructural se reproduce desde las propias instituciones. Dos manifestaciones particularmente preocupantes son la revictimización institucional y los sesgos en la aplicación de la prisión preventiva.
Revictimización institucional: un ciclo que agrava el daño
Cuando una víctima busca justicia, el proceso debería ofrecerle protección y reparación. Pero en muchos casos ocurre lo contrario:
Se le somete a interrogatorios repetitivos y preguntas insensibles que la revictimizan.
Se enfrenta a falta de acompañamiento psicológico y legal, quedando sola ante un sistema complejo.
Es expuesta mediáticamente, poniendo en riesgo su dignidad.
Y su proceso se prolonga innecesariamente, extendiendo el sufrimiento y postergando su cierre emocional.
Estas prácticas no son accidentes administrativos: son expresiones de una violencia institucionalizada que erosiona la confianza en el sistema y desalienta la denuncia.
Sesgos en la prisión preventiva: cuando la cautela se convierte en castigo
La prisión preventiva debe ser una medida excepcional, no una condena anticipada. Sin embargo, en México se ha normalizado su uso excesivo y desigual. Los sesgos que la contaminan son múltiples:
De género, al castigar de forma distinta a las mujeres, especialmente a madres o víctimas previas de violencia.
Socioeconómicos, porque quien no puede pagar una fianza o carece de defensa de calidad enfrenta una desventaja estructural.
Étnicos y raciales, pues las minorías son desproporcionadamente afectadas.
Y subjetivos, cuando las decisiones judiciales se basan en percepciones más que en evidencias.
Cada decisión de prisión preventiva tomada con sesgo o sin sustento afecta no solo a una persona, sino a su entorno familiar y social. También contribuye al hacinamiento carcelario y refuerza un sistema que castiga más la pobreza que la culpabilidad.
Hacia un proceso penal con enfoque de derechos humanos y perspectiva de género
Superar la violencia estructural requiere transformar la forma en que se entiende y se ejerce la justicia. Implica:
Capacitar a operadores jurídicos en empatía, género y derechos humanos.
Implementar protocolos de atención que protejan y acompañen a las víctimas.
Revisar los criterios de prisión preventiva, priorizando medidas alternativas.
Promover el litigio con perspectiva de género, que visibilice los sesgos y siente precedentes.
Y avanzar hacia una justicia feminista, que no solo sancione, sino que repare y transforme.
La justicia no puede seguir reproduciendo los desequilibrios que dice combatir. El reto del sistema penal es mirar hacia adentro, reconocer su propia estructura de violencia y comprometerse a erradicar la Violencia Estructural en el Proceso Penal.
Violencia Estructural en el Proceso Penal

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